lunes, 25 de julio de 2011

Sieso

Estoy en Madrid y estoy aburrida.

Me ha dado por mirar la RAE y he descubierto que una palabra que utilizo hasta la saciedad para calificar a alguien que me parece aburrido, soso o un triste, tiene otro significado completamente distinto al que yo estaba dando por hecho.

sieso.

(Del lat. sessus, asiento).

1. m. Ano con la porción inferior del intestino recto.

Pido disculpas públicamente desde aquí a todos aquellos que alguna vez os he llamado "Ano". Jajaja. Lo siento, pero no puedo evitar estar descojonada ahora mismo de la risa.

Lierganes

Por cortesía de un amigo, para ponerme los dientes largos seguro :D

Con el calor que hace en Madrid...

domingo, 24 de julio de 2011

Santander

Tenía pensado subir este puente de Santiago a Santander. Finalmente no he subido y me he puesto esta mañana a buscar las fotos del día que pasé con el loco del Terruño en Santander.

Decir que Santander me gusta es quedarme corta. Santander me parece una ciudad preciosa. De todas formas es que yo no soy nada objetiva en cuanto al norte se refiere. Una vez que llego al Puerto del Escudo, siento que mi sangre se hace más líquida y que fluye con facilidad por mis venas. Es esa parte del camino, la que va desde Burgos a Santander por la N-623 es la que me carga las pilas.

Siempre paro a tomar un café y a estirar las piernas. Y siempre intento sacar alguna foto. Aquel día, seis de Agosto del 2009, el puerto del escudo era pura niebla. Recuerdo el susto que me pegue cuando aparecieron dos faros justo enfrente mio. La verdad es que no se veía ni torta, así que pare pasado el puerto. Me llamo la atención un pueblin que había al pie de la carretera, con un pequeño cementerio. Y saqué esta foto.


Soy fans de los cementerios, igual que Vidi. Por cierto Vidi, tenemos pendiente ese paseo por el cementerio de la Almudena, no te pienses que se me ha olvidado.

Recuerdo que aun era temprano cuando recogí a Javi. Estuvimos desayunando y luego fuimos a pasear por la playa y terminamos subiendo al faro.




Una de las cosas que más me gustan de Santander o del norte en general es el mal tiempo. Adoro esos días de verano en los que tienes que ir con el chubasquero, porque hace frio o porque el cielo amenaza lluvia. Esos días en los que el mar de la bahía esta picado y entonces es cuando mejor te lo pasas en el barco. Aun que siempre termino mareada, no puedo evitar disfrutar como una cría de cinco años con el subir y el bajar de las olas. Adoro el mar, la playa, la arena mojada, pero ese mar, el Cantábrico. En otra vida tuve que ser pez, y a juzgar por la memoria que tengo debí de ser un pez cirujano (el tipo de pez que es Dori, de buscando a Nemo)

Me encanta pasear tranquilamente por el Paseo Pereda y descubrir callejeando una tasca nueva donde tomarme un vermú.

Tener que volver a Madrid me sienta mal. Directamente se me pone mal cuerpo. Aquel Agosto, tarde tanto en recorrer el camino inverso hasta llegar a Burgos, que mi madre se asustó cuando me llamo para preguntar por donde iba y le dije que aun no había llegado a Burgos, cuando hacía tres horas que había salido de Santander.
Pero es que me despisté y paré en Puente Viesgo.



Necesito volver. Este fin de semana no ha podido ser, pero tengo que subir. Me lo pide el cuerpo.

sábado, 23 de julio de 2011

¿Realidad o ficción?

Vibra el móvil dentro de su bolsillo.
Llamada entrante.
Es ella. Por un momento se le viene a la cabeza la noche que la conoció, imposible no sonreír al recordar.

Descuelga. Su voz animada no le sorprende. Tras meses hablando con ella, se ha acostumbrado a ese timbre chillón y lleno de energía.

"Estoy aquí" - Afirma llena de ansiedad. Pausa. "Y quiero desayunar contigo".

"Pero si voy en el autobús" - Responde él sorprendido - "¿Donde estás?". Viniendo de ella se espera cualquier respuesta.

"Te espero en la dársena de llegada. He conducido toda la noche y tengo un hambre que da calambre" - Contesta ella.

Él no puede evitar soltar una carcajada. Son casi las siete de la mañana, esta llegando a Santander y la chica calambre le espera en la estación para invitarle a desayunar.

"¿Por qué será que no me sorprende que estés aquí? - Consigue preguntar entre risas.

En el fondo sabe que piedra a piedra ella está desmantelando el muro.

lunes, 4 de julio de 2011

El "ruido" al hablar

Que complicado puede resultar entenderse con otra persona a pesar de hablar ambos el mismo idioma.

Cuantas veces habremos oído eso de emisor-receptor-mensaje. Los ruidos, las distracciones, mi mapa del mundo, tu mapa conceptual. El caso es que la posibilidad de que la persona con la que charlas capte correctamente el mensaje que sueltas vienen a ser de un 10% aproximadamente. ¿Significa esto que estamos condenados a no entendernos?

Si a todo ese "ruido" en la comunicación le sumas unas cuantas copas de más resulta que no hay forma de llegar a buen puerto en una conversación.

Al día siguiente no recuerdas exactamente el mensaje original que enviaste a la otra persona, solo la amarga sensación de que no te entendió. La certeza de que lo que le llegó no era lo que tu pretendías enviar, confirma inevitablemente que el mal entendido esta servido en bandeja.

Deshacer un malentendido no es tan fácil como crearlo. La mayoría de las veces, un mal entendido genera una atmósfera de incomodidad entre las dos personas que lo sufren. Una de ellas siempre suele estar avergonzada y la otra no sabe como sacar la conversación. Alguien tiene que dar el paso, pero hacerlo es complicado y requiere cierto coraje que en la mayoría de los casos no se encuentra, dando lugar un mal entendido enquistado.

No fue el caso esta última vez. Pero si es cierto que mi vergüenza me impedía encontrar el momento correcto para sacar la conversación. Se precisa de un momento a solas entre ambas partes, para poder discernir con facilidad que fue lo que causó el mal entendido.

Años de experiencia deshaciendo malos entendidos me han llevado a comprobar que el mejor sitio para hablar es un coche. Sí, un coche en marcha. Para la persona que esta avergonzada es un sitio cómodo puesto que las miradas apenas se cruzan y por lo tanto los reproches imaginados en la mirada del otro quedan descartados.

Conseguimos deshacer el mal entendido. Afortunadamente había caravana para entrar a Madrid. Pero a pesar de haberlo aclarado y de habernos pedido mutuamente perdón, la sensación horrible de no se que he hecho para merecer este tipo de mensajes que me acompaño durante todo el sábado, permanecerá algo más de tiempo en mi memoria, pero se irá disipando con el tiempo como lo ha hecho siempre.

Para tomar fuerzas y poder afrontar la tarea de deshacer un entuerto, decidí subir a la sierra. Siempre encuentro paz allí y me ayuda a ver las cosas con otra perspectiva.