viernes, 24 de junio de 2011

Sin razón aparente

Aun no lo he pensado detenidamente. Creo que no soy consciente de lo que he decidido y que por supuesto mi cerebro no lo ha asimilado aun. ¿Se puede tomar una decisión tan importante en la vida sin haberlo pensado antes? ¿Significa esa falta total de razón en mi decisión que soy una inconsciente?

No tengo respuesta para ninguna de las dos preguntas. Solo sé que me hallo en medio de toda la preparación de un viaje, con el que siempre he soñado y que no soy capaz de identificar en que momento tomé la decisión de embarcarme en semejante aventura.

Y si no soy capaz de identificar las razones por las que me he embarcado, ¿como saber si ha sido acertada mi decisión?

El otro día cuando me preguntaron en la reunión por mis miedos, hubiera agradecido que me hubieran preguntado por mis razones. Quien sabe, quizás entre todos hubiéramos sido capaces de identificarlas. Y si no tengo razones, ¿por qué siento esta necesidad irrefrenable de ir?

Y se podría pensar que como no encuentro las razones que me impulsan a ir, las razones que deberían de echarme atrás deberían ser suficientes para que no me sintiera atraída de la manera en la que me siento.

Tres semanas lejos de mi familia, 17 desconocidos, 20 horas de viaje, un idioma que no conozco, 2400 huérfanos, el hambre, la desesperación por seguir vivos no son razones suficientemente fuertes como para frenar mi impulso de cruzar al continente africano. Es más, me parecen razones para ir. ¿Serán acaso estas mis razones ocultas para ir? ¿Será lo desconocido lo que me resulta tan, tan, tan atrayente? Y pensándolo fríamente, ¿Todo lo que es complicado y esta lejos de mi control es lo que me resulta atrayente?...

... ¿He dejado acaso de hablar ya de Etiopía?

martes, 21 de junio de 2011

El Madrid de los Asturias

Paso por la Casa de Campo a diario. Sacado de contesto parece soez la frase, pero es porque por ahí hay mucho menos atasco que por los malditos túneles de la M-30. Sin embargo nunca había estado en la zona a la que nos llevo mi querido Vidi el sábado.

Celebraba su cumpleaños con más de un mes de retraso, pero amén que la espera valió la pena.

No había pensado en la logística de querer llevar hasta la Casa de Campo comida y bebida para 20 personas. Pero así es David, el entusiasmo le puede y habría sido capaz de hacer varios viajes desde Martínez Campos hasta allí con tal de darnos de comer y de beber a la asturiana. Menos mal que el mecherito volvió a sacarle del apuro. Y así, junto con la inestimable ayuda de Iván y cargados de dos carros de la compra, nevera y varias bolsas llegamos al sitio señalado en el google maps.

El entusiasta David se llevo un pedazo de Asturias a Madrid. Hizo la típica fiesta asturiana, una espicha. Según la Wiki, la Rae no reconoce la palabra, es una fiesta asturiana donde se bebe sidra. Consistía en reunirse en un llagar (tipical Asturianish) para espichar un tonel de sidra. A falta de llagar y de tonel, buenos fueron unos bancos de merendero y 19 botellas de sidra, que fueron cayendo sin remisión una a una.

Como no todo iba a ser asturiano hubo también una buena cantidad de representación del líquido madrileño por excelencia, Mahou. Oh Mahou, Que grande eres! Sin embargo no era tu día, querida litrona amarronada de suaves curvas. Ese día te hacía sombra una dulce señora vestida de verde con sombrero de corcho y con sabor admirable. Mezcla dulce y burbujeante. Y culín por encima del hombro!

Y que mal me sienta la sidra. Parece que no bebes, no lo notas, se te mezcla poco a poco con los sentidos, de manera tan sigilosa que no sospechas en ningún momento que ya no eres dueña de tus actos hasta que es demasiado tarde. Y aun entonces, solo puedes pensar en llevarte otro culín al gaznate y volver a sentir el sabor del precioso líquido.

Pero bueno, no había problema. Para que luego diga mi jefe que no se negociar. Al final lié a Iván para que llevara el coche, así que me abandone completamente a la falta de control sobre mis propios sentidos y extremidades.

Pero esta entrada no es solo para contar lo bien que no lo pasamos. Tenía pendiente una entrada donde quedara por escrito las virtudes, todas o casi todas, de Vidi y obviamente ningún defecto. Pero es que tiene un defecto muy gordo, uno que no puedo dejar pasar por alto. Es una mala influencia para mi. No soy capaz de negarle nada ni de decirle que no a ninguna cosa que me propone. Por dos motivos.

El primero; porque todo los planes que propone son divertidísimos a la par que excéntricos.

Y lo segundo y más importante. El jamás me dice que no a mi.


P.D: El Madrid de los Asturias no aparece en ninguna guía turística y así tiene que seguir siendo. Es un lugar mágico. Como dijo Iván, un punto magnético tipo Lost. Nameste!