Vibra el móvil dentro de su bolsillo.
Llamada entrante.
Es ella. Por un momento se le viene a la cabeza la noche que la conoció, imposible no sonreír al recordar.
Descuelga. Su voz animada no le sorprende. Tras meses hablando con ella, se ha acostumbrado a ese timbre chillón y lleno de energía.
"Estoy aquí" - Afirma llena de ansiedad. Pausa. "Y quiero desayunar contigo".
"Pero si voy en el autobús" - Responde él sorprendido - "¿Donde estás?". Viniendo de ella se espera cualquier respuesta.
"Te espero en la dársena de llegada. He conducido toda la noche y tengo un hambre que da calambre" - Contesta ella.
Él no puede evitar soltar una carcajada. Son casi las siete de la mañana, esta llegando a Santander y la chica calambre le espera en la estación para invitarle a desayunar.
"¿Por qué será que no me sorprende que estés aquí? - Consigue preguntar entre risas.
En el fondo sabe que piedra a piedra ella está desmantelando el muro.
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