viernes, 3 de agosto de 2012

Mientras tenga dos manos...

... para trabajar, aunque sea limpiando.

Es la frase de una muy buena amiga de mi familia. La frase de una mujer valiente y que hasta esta maldita crisis que nosotros no hemos provocado vivía como una mujer más de lo que veníamos definiendo como clase media-alta.

La crisis la ha pillado con un negocio. Un negocio que había montado junto a su marido, en el que trabajaban muchas personas, a las que han tenido que ir despidiendo por falta de pedidos y de trabajo. Han hipotecado su casa, para conseguir crédito y poder hacer frente a pedidos y clientes que les han sido fieles hasta que sus propios negocios han ido cayendo. Como un castillo de naipes que se derrumba de la misma manera que aquellos que intentábamos hacer de pequeños con una baraja de cartas.

Ahora ya no quedan empleados, los pedidos son escasos y los proveedores demasiados. Imposible mantener el castillo de naipes. Así que ella se ha puesto a trabajar limpiando en una fábrica. Y lo ha hecho con la mejor de las sonrisas, con el optimismo de la que se sabe afortunada por poder trabajar en un país ahogado por el paro.

Soy consciente de que en el pasado, cuando las vacas eran gordas y daban buena leche, la gente abusaba del paro. "Me han echado, me voy al paro dos años y mientras me saco un master". "Me han echado, que bien me viene, así dejo de pagar la guardería y me dedico a criar a mi hijo". No pretendo juzgar a nadie. Pero ahora las vacas ya no dan leche y quedarse en el paro es un miedo al que todos tememos enfrentarnos.

La amiga de la que os hablo, no ha tenido miedo, han hecho lo humanamente posible por salvar su negocio, por poder seguir atendiendo los pedidos y dando trabajo a otros. Pero no ha sido posible, y como ellos hay muchos en este país. Pequeños negocios (Pymes) que han dado mucho a esta economía. Pequeños emprendedores que han generado mucha riqueza y han dado mucho trabajo.

Muchos de ellos autónomos, como el caso que os cuento. Autónomos que en la mayoría de las veces se los juzga y se los tacha de oportunistas, de no haber pagado el IVA, de haber vivido por encima de sus posibilidades, de haberse enriquecido demasiado deprisa y no haber sido previsores. Haberlos los habrá, pero no generalicemos, porque hacerlo es de ignorantes. Hay muchas familias, que aportaron mucho a este país y que ahora no tienen  nada. Han perdido todo y por desgracia no han tenido tanta suerte como la amiga de mi familia y han encontrado un trabajo. No olvidemos que hay mucha gente que lo ha tenido todo y hoy en día no tienen nada.

A veces tener dos manos y ganas de utilizarlas no es suficiente...

Los afortunados que tenemos un trabajo y que de momento nos mantenemos a flote no debemos olvidar que esta lucha también es nuestra y que arrimar el hombro es nuestra obligación. Si los que nos dirigen no son capaces de ayudarnos, entonces solo nos tenemos los unos a los otros.

Yo me siento afortunada por tener una familia que sabe echar un cable a quien lo necesita y mas afortunada de ver como el esfuerzo de mi familia consigue sacar a otra del hoyo.

Porque si la amiga de mi familia es increíble por la manera en que se ha levantado del revés de esta vida, mi madre es la mejor del mundo por haberla tendido la mano.

Gracias Mama por  mostrarme valores como la humildad, el esfuerzo y la constancia, porque han marcado el camino de mi vida y porque ahora me demuestras que sirven y que no son solo palabras bonitas.