miércoles, 25 de agosto de 2010

Cuando lo cotidiano se hace indispensable II.

Estoy en el trabajo. Más cotidiano que esto, pocas cosas hay, por lo menos en mi vida. El problema, bueno no, no es un problema, la variable, mejor; la variable nueva que la cotidianidad ha introducido en mi vida se llama F9.

F9, esa tecla maravillosa del teclado que hace que al pulsarla, el Lotus Notes se actualice y entonces, las maravillosas palabras “Bandeja de entrada” quedan remarcadas en negrita.

Pues bien, la tecla empieza a perder color. Tantas veces la pulso al día, que temo que en una de esas termine quedándose encasquillada y no sea capaz de soltarla. Ya no pone, F9, la F anda medio borrada.

Siempre he sido una “maquinilla” mandando correos, me gusta, soy rápida, contesto y envío, contesto y envío. Una rutina dentro lo cotidiano del día a día. Pero últimamente se ha vuelto imprescindible que esas malditas palabras se oscurezcan y cuando presiono F9 y no cambian de formato, me pongo entre triste y de muy mala leche. Necesito que cambien de color, se ha vuelto imprescindible que se pongan negras. Porque eso implica la posibilidad de que sea un nuevo correo, uno lleno de sentimientos, de oportunidades, de esperanza, de sonrisas. Uno que hace que se estremezca mi cuerpo entero. Que no sean mariposas lo que siento en el estomago, sino más bien buitres leonados. Que hace que mis labios se curven, que la sonrisa se extienda de oreja a oreja y que tenga que concentrarme en volver a retomar el pulso normal de mi respiración. Pero no contesto rápido, me tomo mi tiempo, escribo despacio, saboreo cada línea que va saliendo de mis dedos, porque quiero que no queden dudas, que cuando lo lea tenga la certeza absoluta de lo que siento. Que no lo mal interprete, que sepa que se ha vuelto imprescindible, sus correos y él.

Me siento a lo Meg Ryan en You’ve got Mail…

martes, 24 de agosto de 2010

Parezco un anuncio de laxante

Seguro que sabéis a que anuncios me refiero. Esos en los que casi siempre una mujer, sale con cara de estar pasándolo fatal y con el ceño fruncido. Sin embargo, después de ingerir el laxante y pasar con el trono, sale con una sonrisa de oreja a oreja. Esa soy yo, la de ese fotograma, la de la sonrisa de oreja a oreja...

Gracias a Dios mi flora intestinal funciona a las mil maravillas...

sábado, 21 de agosto de 2010

Cuando lo cotidiano se hace indispensable.

No es cotidiano que yo escriba en este blog, aun que últimamente lo hago más a menudo de lo que yo misma me esperaba siquiera.

… (chateando con una amiga en el facebook)

Vaya, acabo de terminar de hablar con una de mis voluntarias de Atocha por el chat del facebook y ahora resulta que leo el título del post y no me resulta tan convincente como hace un rato.

Voy a dejar el título, otro día hablare de las cosas cotidianas que se han vuelto imprescindibles para mi, pero hoy voy a hablar de Victoria. Le pongo nombre porque no me importa que todo el mundo sepa quien es y cuan maravillosa es.

Llego a Cantarranas de la mano de Julian y como siempre y para no variar, mi querido coordinador me puso a aquella chiquilla de aspecto frágil en la ruta de Atocha. El primer pensamiento que me vino a la cabeza nada más verla, fue que probablemente no aguantaría más de un día. Estaba callada, de pie en la puerta de Cantarranas y miraba todo el trajín con aquellos ojillos ávidos de respuestas. Estaba asustada como días después me confesó. Es algo natural, todos estamos muertos de miedo el primer día que salimos de ruta, porque no sabes a lo que te vas a enfrentar y sobre todo temes no estar a la altura y terminar metiendo la pata. Todo ese miedo se desvanece al minuto uno cuando conoces a los chicos. Pero yo no quería hablar de eso, quería hablar de Victoria.

Se vino conmigo en el coche, desde Cantarranas hasta Atocha, para poder ponerla al corriente de lo que se iba a encontrar. Mientras que le iba contando las cosas y ella afirmaba o incluso comentaba algo, mi sensación inicial se iba afianzando y pensé que si terminaba la noche sería de casualidad.

Cuan equivocada estaba! Victoria no solo pasó la primera noche, pasó la segunda, y la tercera y hoy en día es una de las mejores voluntarias que a mi modo de ver han pasado por Atocha.

Su fortaleza de espíritu y su alegría son el punto de referencia para los chicos cada miércoles. No hay frase, no hay problema que no afronte con una sonrisa. Su voz, melosa, como buena argentina, los envuelve y les da una paz, que muchos de nosotros no hemos conseguido transmitir después de dos años allí. Veo como la buscan cada miércoles, como la llaman cuando la ven llegar, Vicky, la dicen, en el más sincero de los saludos. Salir de ruta con ella cada miércoles se ha convertido en un verdadero placer y en una fuente inagotable de aventuras, anécdotas y consejos con los que llena las dos horas que pasamos con ella.

Y ahora que no esta, que se ha ido de vacaciones, veo como la echan en falta, como preguntan cada miércoles con la esperanza de que mi respuesta sea que va a llegar más tarde. Vicky, espero que puedas leer estas líneas, porque son para agradecerte todo lo que haces cada miércoles por ellos y por nosotros. Yo solo espero que estés mucho, pero que muchos años con nosotros en Atocha.

Che flaca! Te Queremos!

domingo, 15 de agosto de 2010

Soy de pueblo...¿y qué?


Mi tía Herminia haciendo queso.

domingo, 8 de agosto de 2010

Y ahora lo vomito...

Pues como tenía que meditar, cogí la maleta y me largue al pueblo.

Una locura por otra parte. Porque sí salí huyendo de mi presente, fui a darme de bruces con mi pasado. Pero vayamos por partes.

Llegue el viernes a la hora de la siesta. Mala hora, con todo el solazo. Mis abuelos dormidos como lirones y yo aporreando la puerta porque no me oían. Hasta ahí todo bien. El paseo a la noche, fue espectacular. No había luna, solo había estrellas. Ni siquiera quedaba un hueco libre para un cacho de cielo, era todo un mar de luces. Vidi, aquello te hubiera gustado de veras.

Cuando volví del paseo me senté un rato en la terraza del bar a tomar unos botellines. A pesar del tiempo que pasa entre mis visitas, las conversaciones no cambian y siempre puedes engancharte fácilmente a las viejas historias. Era la una de la noche, ya pensé que estaba a salvo y que no le vería, pero me equivoque, paso con el coche, directo a su casa, sin pararse en la plaza. Estaba en el pueblo y tarde o temprano me iba a cruzar con él, así que le mandé un sms y le dije que estaba en el pueblo y que teníamos que hablar.

El sábado le vi, bueno al principio no le reconocí, en parte porque no llevaba las gafas y en parte porque había engordado, pero era él. Su forma de andar, su perfume y su forma de mirarme. Nadie me ha mirado así. Como si estuviera mirando directamente dentro de mi. Dos besos rápidos, estábamos en mitad de la plaza a la vista de las miradas, y poco más. Pero no hace falta hablar, no entre él y yo. Se lo que piensa y lo que siente cuando me ve, y él me conoce tanto o mejor que yo a él. No íbamos a tener muchas oportunidades de hablar, así que lo primero que hice cuando tuve la ocasión fue pedirle perdón, por todo el daño que le había hecho este último año, por los silencios y por no haber hablado a tiempo. Y entonces cuando el me susurro que no importaba, que no había nada que perdonar y me tomo la mano, volvieron todos esos sentimientos que tengo tan bien guardados.

No voy a querer a nadie como le he querido a él. Yo ya entregue mi corazón hace muchos años y me cueste o no admitirlo, a día de hoy no lo he recuperado.

Mi relación con Quique estaba destinada a fracasar, sobre todo cuando decidí admitir que quería a otra persona. Que más me da ahora que se haya casado o no. No tenía que hacerlo conmigo, así que supongo que cualquiera vale.

De todas formas, lo de este fin de semana me demuestra que no debo huir. Este es el camino que he elegido y tengo que seguir por él.

De todas formas...ha merecido ir de sorpresa al pueblo. La cara de mi abuela al verme plantada en la puerta bien merece el revuelto de sentimientos.

viernes, 6 de agosto de 2010

Pues no se como me debo de sentir...

...la verdad. Todo esto me ha pillado de sorpresa.

Y era consciente de que algún día tendría que suceder pero, ¿era necesario que fuera tan pronto?

No se, estoy completamente descolocada, tanto, que esto lo tengo que meditar antes de vomitarlo aquí.