domingo, 24 de julio de 2011

Santander

Tenía pensado subir este puente de Santiago a Santander. Finalmente no he subido y me he puesto esta mañana a buscar las fotos del día que pasé con el loco del Terruño en Santander.

Decir que Santander me gusta es quedarme corta. Santander me parece una ciudad preciosa. De todas formas es que yo no soy nada objetiva en cuanto al norte se refiere. Una vez que llego al Puerto del Escudo, siento que mi sangre se hace más líquida y que fluye con facilidad por mis venas. Es esa parte del camino, la que va desde Burgos a Santander por la N-623 es la que me carga las pilas.

Siempre paro a tomar un café y a estirar las piernas. Y siempre intento sacar alguna foto. Aquel día, seis de Agosto del 2009, el puerto del escudo era pura niebla. Recuerdo el susto que me pegue cuando aparecieron dos faros justo enfrente mio. La verdad es que no se veía ni torta, así que pare pasado el puerto. Me llamo la atención un pueblin que había al pie de la carretera, con un pequeño cementerio. Y saqué esta foto.


Soy fans de los cementerios, igual que Vidi. Por cierto Vidi, tenemos pendiente ese paseo por el cementerio de la Almudena, no te pienses que se me ha olvidado.

Recuerdo que aun era temprano cuando recogí a Javi. Estuvimos desayunando y luego fuimos a pasear por la playa y terminamos subiendo al faro.




Una de las cosas que más me gustan de Santander o del norte en general es el mal tiempo. Adoro esos días de verano en los que tienes que ir con el chubasquero, porque hace frio o porque el cielo amenaza lluvia. Esos días en los que el mar de la bahía esta picado y entonces es cuando mejor te lo pasas en el barco. Aun que siempre termino mareada, no puedo evitar disfrutar como una cría de cinco años con el subir y el bajar de las olas. Adoro el mar, la playa, la arena mojada, pero ese mar, el Cantábrico. En otra vida tuve que ser pez, y a juzgar por la memoria que tengo debí de ser un pez cirujano (el tipo de pez que es Dori, de buscando a Nemo)

Me encanta pasear tranquilamente por el Paseo Pereda y descubrir callejeando una tasca nueva donde tomarme un vermú.

Tener que volver a Madrid me sienta mal. Directamente se me pone mal cuerpo. Aquel Agosto, tarde tanto en recorrer el camino inverso hasta llegar a Burgos, que mi madre se asustó cuando me llamo para preguntar por donde iba y le dije que aun no había llegado a Burgos, cuando hacía tres horas que había salido de Santander.
Pero es que me despisté y paré en Puente Viesgo.



Necesito volver. Este fin de semana no ha podido ser, pero tengo que subir. Me lo pide el cuerpo.

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