sábado, 25 de febrero de 2012

La aventura de cocinar

Esta es otra de las razones que me ha quitado tiempo de escribir en el blog.

Pero estoy tan orgullosa de ellas que no puedo hacer otra cosa que pediros que os hagáis fans de este blog y cocinéis con nosotras.

laaventuradecocinar.blogspot.com

Enero

Hace muchísimo tiempo que no escribo en el blog, y lo primero que tengo que decir es que no hay ninguna razón aparente para haber dejado de hacerlo. Pereza o vaguería, solo se me ocurren esas dos razones.

La verdad es que desde Navidad que fue la última vez que escribí me han pasado cosas y no las he reflejado aquí.

La más importante y la que más me llena el alma es haber sido capaz de recuperar a uno de mis mejores amigos.

Recuerdo que en unas de las entradas más antiguas de este blog, hablaba sobre la relación de un hombre y una mujer y defendía que podían ser amigos por encima de todas las cosas. Pues bien, lo sigo defendiendo, aunque llevarlo a cabo casi me cuesta la relación con él.

El problema fue esta vez que nunca lo consideré realmente mi amigo. Yo jamás llegue a verlo así. Para mi siempre fue algo más. Hasta tal punto que le exigía más que al resto, le pedía más que al resto y le pasaba menos que a nadie.

Cuando un día me escribió una carta preciosa agradeciéndole a San Nicolás mi amistad a pesar de que fuera más compleja que un puzzle de 5000 piezas, entendí que no estaba siendo justa con él y decidí alejarme.

El intento me honra, pero no conseguí permanecer lejos de él mas de un mes. Enero ha sido el peor mes que he pasado en muchísimo tiempo. Le he echado tanto de menos...

Pero hay algo positivo en todo ello. Perdí la esperanza de que él se enamorara de mi como yo lo estoy o lo estaba o lo estuve de él. Ahora no se como me siento. No he dejado de quererle, pero no sueño ni fantaseo con la idea de que aparezca un día en mi puerta, y me diga que ha estado ciego y que ahora ve claramente lo mucho que me ama y que solo puede vivir si yo estoy a su lado. ¿Demasiadas películas románticas? Es posible. Pero esa clase de amor tiene que existir.

Ahora volvemos a vernos a menudo. Whasapeamos. Nos escribimos correos como antes. Pero todo ha dejado de tener ese halo melancólico y doloroso que tenía antes. Ahora él me corresponde, me quiere como amiga. Y yo, con dificultad algunas veces, estoy consiguiendo quererle como él se merece. Porque a los amigos hay que quererlos como son, con lo bueno y con lo malo, porque al fin y al cabo tu los eliges, y si lo haces bien, ellos te seguirán toda la vida.