sábado, 20 de noviembre de 2010

Hace ya tanto...

...que no escribía aquí, que no se si es la falta de práctica o que tengo la muñeca abierta, pero mis dedos parecen salchichones que no hicieran caso de las señales de impulso que les manda mi cerebro. Total, que cualquier cosa puede terminar apareciendo en esta entrada, así que no me lo tendré en cuenta cuando vuelva sobre mis pasos y lea la sarta de estupideces que voy a escribir.

Varios puntos a tratar:
  • Dificultad de vivir sola
  • Como me gusta no saber que me va a pasar mañana
  • ¿Hueca como una castaña podrida?
Vayamos por partes. Dificultad de vivir sola. Pues sí. Lo reconozco, no me da vergüenza. Me esta resultando tremendamente difícil acostumbrarme a no escuchar nada cuando llego a casa. Al que le guste la soledad constante deberían encerrarle. Añoro tomarme el café de las seis de la tarde con mi madre, mientras oigo de fondo los ronquidos de mi padre en el sofá del salón. Añoro preparar la cena, ¡con lo harta que estaba de prepararla cuando vivía con mis padres! Con lo poco que me gustaba ver películas romántico-comedias con mi madre antes y que ahora resulta que se me antoja un plan genial para un sábado por la tarde.
Lo asumo, se me cae la casa encima. No puedo con ese eco que resuena cuando avanzo por el pasillo. En fin, será cuestión de tiempo como me dice todo el mundo, pero aquí me hayo, en casa de mis padres durmiendo en mi cama.

Segundo punto. Como me gusta no saber que me va a pasar mañana. Si, definitivamente me encanta la incertidumbre de mi vida. Tampoco es que no sepa donde voy a amanecer al día siguiente, pero valga como ejemplo la tarde de ayer. Parecía que estaba planificada al milímetro, pero no. Al final no pude ir a la clase de egipcio que daba Ana, porque me llamaron de la guardia 45 minutos antes de que empezara. Vidi vino conmigo a por el portátil al coche, pero no tenía batería. Encontramos un bar donde muy amablemente nos dejaron hacer uso de la luz. Llego Paz, la clase empezaba en cinco minutos pero yo no había terminado. Total, me perdí la clase. Vi a Laura de refilón y terminamos comiendo un perrito gigante, Ana, Vidi y yo en un sitio que se podría describir como amontonado. Genial, la tarde! Un 10.

¿Hueca como una castaña podrida? Parece ser que sí. No consigo que mis relaciones sigan. Siquiera que duren, solo simplemente que despeguen. Y se que es por mi culpa, no consigo vaciar mi mochila de todos mis miedos y no hago mas que comparaciones odiosas y eso no hay ser humano que lo resista. Así que así me pasa, que no consigo mantener a nadie a mi lado. Y lo peor no es que se vayan, es que yo los echo. Hueca, así me encuentro.