domingo, 8 de agosto de 2010

Y ahora lo vomito...

Pues como tenía que meditar, cogí la maleta y me largue al pueblo.

Una locura por otra parte. Porque sí salí huyendo de mi presente, fui a darme de bruces con mi pasado. Pero vayamos por partes.

Llegue el viernes a la hora de la siesta. Mala hora, con todo el solazo. Mis abuelos dormidos como lirones y yo aporreando la puerta porque no me oían. Hasta ahí todo bien. El paseo a la noche, fue espectacular. No había luna, solo había estrellas. Ni siquiera quedaba un hueco libre para un cacho de cielo, era todo un mar de luces. Vidi, aquello te hubiera gustado de veras.

Cuando volví del paseo me senté un rato en la terraza del bar a tomar unos botellines. A pesar del tiempo que pasa entre mis visitas, las conversaciones no cambian y siempre puedes engancharte fácilmente a las viejas historias. Era la una de la noche, ya pensé que estaba a salvo y que no le vería, pero me equivoque, paso con el coche, directo a su casa, sin pararse en la plaza. Estaba en el pueblo y tarde o temprano me iba a cruzar con él, así que le mandé un sms y le dije que estaba en el pueblo y que teníamos que hablar.

El sábado le vi, bueno al principio no le reconocí, en parte porque no llevaba las gafas y en parte porque había engordado, pero era él. Su forma de andar, su perfume y su forma de mirarme. Nadie me ha mirado así. Como si estuviera mirando directamente dentro de mi. Dos besos rápidos, estábamos en mitad de la plaza a la vista de las miradas, y poco más. Pero no hace falta hablar, no entre él y yo. Se lo que piensa y lo que siente cuando me ve, y él me conoce tanto o mejor que yo a él. No íbamos a tener muchas oportunidades de hablar, así que lo primero que hice cuando tuve la ocasión fue pedirle perdón, por todo el daño que le había hecho este último año, por los silencios y por no haber hablado a tiempo. Y entonces cuando el me susurro que no importaba, que no había nada que perdonar y me tomo la mano, volvieron todos esos sentimientos que tengo tan bien guardados.

No voy a querer a nadie como le he querido a él. Yo ya entregue mi corazón hace muchos años y me cueste o no admitirlo, a día de hoy no lo he recuperado.

Mi relación con Quique estaba destinada a fracasar, sobre todo cuando decidí admitir que quería a otra persona. Que más me da ahora que se haya casado o no. No tenía que hacerlo conmigo, así que supongo que cualquiera vale.

De todas formas, lo de este fin de semana me demuestra que no debo huir. Este es el camino que he elegido y tengo que seguir por él.

De todas formas...ha merecido ir de sorpresa al pueblo. La cara de mi abuela al verme plantada en la puerta bien merece el revuelto de sentimientos.

2 comentarios:

  1. Hola San.

    No estés triste. Como tú bien sabes (porque el blog se llama así), el amor no existe. Ese Amor que buscamos tan solo es una expresión de nuestras propias expectativas, que proyectamos en los demás, en el Otro, en forma de necesidades.

    En lugar de buscar el Amor en los demás, intenta buscarlo en ti misma. La felicidad no puede venir de afuera adentro, sino que la felicidad (y el amor) debe manar de adentro hacia afuera.

    Conócete a ti misma. Encuéntrate a ti misma. Disfrútate. Deja de echarte de menos y aprovecha a conocer a la Sandra que durante muchos años estuvo perdida de sí misma.

    En el momento en el que te conviertas en una fuente de amor y de felicidad (cuyo origen debe estar en ti misma), vendrán a beber de ella las personas adecuadas.

    Lo que te comento es un poco Zen, pero cada vez estoy más seguro de que es el camino correcto; aunque claro, cada uno debe explorar el suyo propio y la mía es solo una opinión muy modesta.

    Un beso.

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  2. Una opinión Vidi, que me sirve. Siempre guardo todo lo que dices, se que tarde o temprano me sirve.

    Te quiero un montón terruño!

    Besos.

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