miércoles, 6 de marzo de 2013

A mi la carne me gusta al punto

Si os digo que esta entrada me ha resultado complicada de escribir, ¿me creéis?

Por regla general solo escribo cuando tengo la necesidad de hacerlo. Pongo los dedos sobre el teclado y las palabras fluyen. Es fácil. Pero esta entrada ha resultado ser un mal parto.
Me sentía embarazada. Llena de ideas y de sentimientos que expresar a raíz de una conversación que me ha dejado exhausta. Y de golpe, han sido como las contracciones de un parto, pero lo que ha salido ha sido del tamaño de una sandía

Cuando alguien que no conoces se presenta ante ti dándote una imagen y mostrándote una serie de atributos que afirma tener y no tener, ¿no está realmente vendiendo una imagen que puede que nada tenga que ver con la realidad? ¿es tan descabellado pensar que solo se protege? Al fin y al cabo todos nos intentamos vender en mayor o en menor medida, y sueles hacerlo desplegando todo lo bueno que tienes. Cuando alguien hace lo contrario, cuando se desmerece, para mi que se esta auto protegiendo

Cuando alguien te afirma que ha puesto toda la carne en el asador y que se le ha churruscado y después te dice que lo pongas en cuarentena, ¿no esta realmente protegiéndose el mismo a pesar de creer erróneamente que te protege a ti?

Si me dicen lo que tengo que espera, lo que tengo que pensar de alguien, lo que tengo que sentir por esa persona, consiguen el efecto contrario. Que no me lo crea, y que piense que hay más de lo que dice, mas de lo que quiere que vea y mucho más de lo que muestra.

Sí es cierto que se ha montado todo un caparazón para protegerse, lo ha vestido con dos adjetivos muy típicos. Sinceridad y optimismo. Nadie es sincero al ciento por ciento. Y es matemáticamente imposible ser siempre optimista. Si todos nos pudiéramos definir con dos adjetivos, seriamos más planos que el mundo de Colón.

Hay mucho más en cada uno. Hay infinidad de dobleces y de sombras. Hay matices. Hay grises. No te puedes definir a ti mismo con dos adjetivos. Soy blanco y soy negro. No perdona bonito...seguro que en la mayoría de las ocasiones eres gris. Pero ser blanco y ser negro nos evita tener que enfrentarnos a la escala de colores que hay en medio que es precisamente donde esta el tinglao montao y donde suelen librarse las batallas. Esas que a veces se pierden y hacen que se nos churrusque la carne que hemos puesto en el asador.

Es cómodo decir a la gente, soy así y asao. No esperes más de mi. Esto te da una ventaja. No sufres. !bien por ti! Pero hace que te pierdas todo o lo mejor que te puede pasar. Levanta un muro si quieres, nadie te lo impide. Y veras que la mayoría de la gente se da contra el. Bien por ti otra vez. Objetivo conseguido. Pero llegará alguien, porque siempre llega, que será más listo que los demás y rodeara el muro. Esa persona, y no serás capaz de pararla, pintara de colores el blanco y convertirá el negro en gris. Y entonces empezarás a sufrir otra vez. Y volverás a sentir. Y volverás a vivir plenamente. Por mucho que lo intentemos los muros no duran eternamente. Ojala pudiéramos protegernos para siempre de ese asador al rojo vivo, pero es inútil. Inténtalo todo el tiempo que quieras, pero llevas las de perder. Se te ha quemado un chuletón, y es probable que hayas aprendido y no te vuelva a pasar. Pero llegará el día que pongas unas verduras, o unas chuletillas de cordero, que necesitan menos fuego que un buen churrasco. Y no lo habrás calculado, y se te quemaran. ¿Qué harás entonces? No puedes vivir sin comer, porque inevitablemente morirás de inanición. 

Con el amor, sea del animal que sea, pasa lo mismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario