domingo, 11 de agosto de 2013

Línea directa con Dios

Hoy después de más de seis meses, me he decidido por fin a escribir a mi amiga Ana.

Ana es una de las Sabias. El Otoño pasado nos dio  la noticia de que se metía a monja de clausura. Imaginaros que poco sentido tiene eso para una persona que no tiene fe en ningún Dios. Aun hoy pienso que está loca y que antes o después se dará cuenta de que no puede seguir encerrada y volverá a nosotras.

Pero mientras eso ocurre, la apoyo, aunque no la entienda. Y prometí escribirla. Le dije que una carta al mes, pero visto lo visto no he sabido cumplir mi promesa.

Hoy por fin he conseguido sentarme. Papel, boli, sobre y sello. Como hace siglos que no escribía a mano una carta, al principio me he sentido super torpe. Menuda tontería! pero así ha sido. Luego las palabras y las frases han ido fluyendo casi como si la tuviera delante.

Pienso en el día que salió del convento. Había estado quince días con las monjas, probando si aquello de la clausura podría ser lo suyo. Después de salir del convento se vino a dormir a mi casa. Llego asustada, pero con una certeza férrea de que aquello era lo que tenía que hacer. Y así, agarrándose a esa certeza a prueba de todo, entró el día 3 de febrero en el convento. Un pequeño convento de clausura en Soria capital.

La llevamos hasta allí unas cuantas de las Sabias. Creo, sin duda a equivocarme, que puede ser el peor viaje que he hecho en mi vida. Saber que la quedaban horas, minutos, para estar "libre" es angustioso para cualquiera que no comprenda la vida de clausura. Yo sentía que la llevábamos a una especie de cárcel. Sin embargo ella iba feliz, sentada en la fila del medio de la furgoneta. Repartiendo entre las que estábamos las pocas pertenencias que aun no había repartido. Y a mi el nudo en el estomago cada vez se me tensaba más y más.

Y la sensación de no entender nada se iba haciendo más y más firme en mi. ¿Por qué Rus, por qué lo haces? "Porque Dios me lo ha pedido y no puedo negarme". Inconcebible que una respuesta así pueda satisfacer mi necesidad de entender semejante decisión.

Pero lo peor estaba por llegar. Rompí a llorar cuando abrieron las puertas y después de haber estado un rato despidiéndonos, entró al convento. Vidi que también estaba allí con nosotras, se encontró con la incapacidad de consolarme. La sensación de perder a Ana, fue brutal y aun hoy a pesar de haber conseguido escribir la carta, me duele y me pesa.

No he conseguido hablar con ella por teléfono. Siento que lo único que sería capaz de decirla es "que cojones haces!!! Sal de ahí"

Vidi dice que simplemente no lo entiendo porque no comprendo el poder de la oración. De todas formas, ahí va mi sobre, con su sello, y con la carta dentro. Espero que teniendo línea directa con Dios no se me extravíe.


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