domingo, 6 de noviembre de 2011

Una entrada sin mucho sentido...creo.

Voy a pedir de antemano disculpas por como pueda salir esta entrada. Quiero expresar un montón de cosas y probablemente me salgan de manera atropellada y sin mucho sentido.

Pocas  veces en mi vida me he agobiado de la manera que lo hice el fin de semana pasado. Quizás el problema estuvo en que tuve casi cinco horas para pensar mientras conducía y eso que iba acompañada, pero me dio por pensar y eso es malísimo.

El caso es que por alguna razón he centrado mis esfuerzos y mi tiempo en una persona y me he olvidado del resto. Cuando me di cuenta de eso el domingo me asuste muchísimo porque la situación se parecía demasiado a lo que me ocurrió años atrás cuando aun estaba saliendo con mi novio de entonces.
Si algo bueno tengo en mi vida es la cantidad de buenos amigos que tengo. Y digo buenos y digo amigos porque son eso, muy buenos amigos. Nada de conocidos o compañeros de trabajo, son AMIGOS con mayúsculas. Pero me di cuenta que parecía que hacía siglos que no los veía. Me dí cuenta que no sabía si estaban bien o mal, y eso me dio mucho miedo.

Eso de no saber de la gente que más te importa ya me paso y no es una sensación agradable cuando te das cuenta. De repente descubres que te has alejado y remar contracorriente para volver suele resultar complicado. No quiero desconectarme otra vez de todos ellos, porque reconozco aunque suene egoísta, que son ellos los que me cargan las pilas. Son ellos con sus abrazos estupendos los que me reconfortan de tal manera que no tenerlos o tenerlos lejos me produce una sensación de vacío que me resulta insoportable.

Este fin de semana he pasado todo el rato que he podido con ellos y reconozco que hoy estoy mucho mejor. Todo esto ya lo he dicho iba a sonar muy egoísta, pero así son las cosas. Los nuevos amigos han de compartir el tiempo con los de siempre y hay que hacer un esfuerzo, que a veces no es pequeño, para hacerles un hueco a todos ellos en la vida. Los que te salvaron y los que te salvan todos los días merecen el mismo trato. La vida nos lleva por caminos diferentes, nos separa en el tiempo y en el espacio, pero tenemos que luchar contra esa tendencia para encontrar puntos de encuentro donde volver a saludarnos, donde volver a abrazarnos. Puntos de encuentro en el camino para mirar atrás y recordar el camino en común que hemos llevado, para rememorar los demás puntos de encuentro que hemos conseguido convertir en tardes maravillosas de risas.  El camino en común quizás ya no es posible, porque es cierto que ahora lo recorro con otras personas, pero volver a encontrarnos es lo más maravilloso que tenemos y no se debe perder en el tiempo, porque son ellos los que mejor me conocen, los que han vivido conmigo los momentos más duros y los que me han levantado las veces que he caído y solo por eso se merecen un sitio privilegiado en mi vitrina de trofeos. Porque su amistad es el mejor premio en esta carrera. Y porque su lealtad y el haberme demostrado año tras año que estarán ahí siempre que los necesite, se merece el mayor de los reconocimientos. Por esto y por todo lo que tenga que venir, siempre serán parte privilegiada de mi vida.

Gracias a todos, a los viejos y a los nuevos, por hacer mi vida más fácil, por hacer al fin de cuentas que este camino sea un paseo lleno de sombras frescas en las que cobijarme del duro sol que a veces pega demasiado fuerte.

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