martes, 11 de octubre de 2011

El más atronador de los silencios

Lunes 10 de octubre de 2011, pasadas las once y media de la mañana. ¡Clin!...¡Clin, clin, clin!...Led rojo parpadeante. La ansiedad reflejada en el rostro y hecha realidad en unos dedos que con la torpeza de una principiante sujetan el dispositivo. Lo desbloquea. Sujeta con los índices de ambas manos la parte superior del teléfono y con el resto de dedos forma un suave colchón donde reposa el aparato. Sus pulgares, aun inexpertos, teclean con dificultad la respuesta a una pregunta que la ha hecho sonreír e imaginar la cara de la otra persona cuando reciba el mensaje.
Tras enviar el mensaje, no volvió a saber de él. El más atronador de los silencios se impuso en el teléfono. Mi mails, ni whatsapp, ni bbm. Nada. Solo el silencio.
Tras horas de angustiosa espera, mirando a cada rato el teléfono, comprobando una y otra vez que los dos tic de color verde acompañaban al mensaje enviado, comenzó a desesperarse. ¿Por qué? ¿Qué pasaba que no llegaba la respuesta? Estábamos solo jugando, era un estúpido juego. ¿Se habría ofendido con su respuesta? Para liberar la tensión que empezaba a acumularse sin remedio en su mandíbula, decidió bajar a tomar un café a la sala de vending. Entonces, sin poder evitarlo, escucho la conversación de unos compañeros que como ella estaban haciendo un receso en la jornada.
-        Sí, se ha “caído el servidor” – Comentaba uno de ellos.-        Nada, ni mails, ni whatsapp, ni bbm, ni navegar, ni facebook, ni twitter, nada, nos han dejado incomunicados los muy hijos de p...Para eso me gasto yo un dineral en un teléfono. Dos días!, Dos puñeteros días llevo con la tarifa de datos y ya no puedo navegar...No veas la que me ha montado mi mujer porque dice que no le he contestado el mensaje...La bronca que me espera con la parienta no me la quita ninguna indemnización – Los comentarios del compañero se acompañaron con una oleada de risotadas.
Es eso. Suspira aliviada. Todo esta bien. En cuanto restablezcan el servicio recibiré un mensaje suyo. Seguro. ¿O a lo mejor no? Lo mismo con todo este follón no le ha llegado el mío. Y si ahora se piensa que no quiero quedar, que le estoy dando largas, o que paso de él. Otra vez la ansiedad...
Martes 11 de octubre de 2011. Por segundo día consecutivo RIM tiene a medio mundo ansiado.
La protagonista de la historia anterior, que está basada en hechos reales pero no ha querido dar su nombre, se ha arrancado las venas literalmente y las ha sustituido por fibra óptica en un intento desesperado de conseguir señal 3G para averiguar si el mensaje del día anterior llego o no a su destinatario. Miles, que digo miles, millones de personas viven hoy en día “enganchadas” literalmente a su dispositivo móvil. Personas que hace apenas una década, no tenían siquiera un inalámbrico en su hogar. ¿Qué nos esta pasando que ya ni recordamos lo que era quedar con los amigos de viva voz o llamar al compañero de juegos al telefonillo? ¿Estamos haciendo historia en la robótica, o somos nosotros mismos los que nos estamos convirtiendo en cyborgs?
Recuerdo la serie que veía de pequeña “Erase una vez los inventores”, sucedáneo venido a menos de “Erase una vez la vida” o “Erase una vez el hombre”. Que fantásticos parecían todos aquellos inventos que realmente nos hacían la vida más fácil. Que alegría tener que dejar de escribir a mano y poder empezar a escribir a máquina. O dejar de dejarte los ojos en la costura cuando se inventó la bombilla. Pero este siglo, que nos auguraba maravillas, a mi modo de ver tan solo nos esta trayendo dolores de cabeza.
Ahora hay clínicas de desintoxicación de Internet donde en la década de los ochenta había clínicas para dejar las drogas. Ahora los niños llevan un móvil en el bolsillo cuando antes llevaban una peonza. Que alegría me lleve el otro día paseando, cuando vi como una niña bailaba una peonza.
Yo misma era reacia a coger una tarifa de datos en el móvil. Bastante con haber sucumbido al teléfono y desgraciadamente estar localizable a todas horas, como para tener también que atender los correos, whatsapp y demás fauna. Pero al final caí. Porque otra cosa no, pero yo vicio que veo, vicio que cojo. Y después de una semana escasa de conexión me encuentro desesperadita porque se ha “caido” el servidor de BlackBerry y no me llegan los correos al móvil. Pero la cosa es más terrorífica aun, y es que estoy en el trabajo (no debería de estar escribiendo esto en  horas laborales) y puedo leer el correo en el PC!!!!!!
Definitivamente nos hemos vuelto locos.
Un amigo con el que me estaba carteando (por mail, se entiende) y ha sufrido mi chorreo de indignación contra RIM, me ha calificado como Blacberr-y-ndignada. Y sí, lo reconozco, juré por activa y por pasiva, por el cielo y por el infierno, por Snoopy y por Mafalda, que jamás, JAMás, JAMAS, tendría conexión de datos. Y no solo he faltado a mi palabra, sino que en tan solo una semana, mis pulgares han comenzado a encallecerse...

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